"Crónicas de un pueblo palentino"

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lunes, 26 de septiembre de 2011

Balada del hermano limosnero

En el convento de Montehano, bahía de Santoña, y en su cercanía no hay gorriones. Esta es la historia que canta esta “balada”:

                     I

En el convento de Montehano,
cuenta la historia, vivió un hermano
cuyos milagros narran aún,
fue Fray Melquiades de Villapún.

Fue conocido por sus bondades
este bendito de Fray Melquiades.
Y en el convento, tan servicial,
era sencillo y angelical.

Antes que el alba rayara el día,
al dulce grito de:_”
Ave maría
”,
él despertaba, buen despertar,
para que todos fueran a orar…

No escatimaba ningún servicio,
pero tenía por santo oficio
ser limosnero. Y diligente
cumplía el cargo ¡tan santamente!

Siempre vestido con su sayal
y a las espaldas breve morral,
por pueblo, aldea o caserío
iba descalzo, con sol o frío.

Por Dios bendito limosneando
iba pidiendo y al tiempo dando:
para los frailes pedía pan
y el frailecillo daba la paz.

                    II

Tiene el convento quietud profunda
y un bosquecillo que paz inunda
y una marisma que trae al mar
hasta los muros a golpear.

Altas gaviotas peinan los vientos,
giran, se alocan, casi por cientos,
y en la maleza del bosquecillo
hay toda clase de pajarillos:

Tordos, malvises y verderones,
mirlos, jilgueros… mas ¡no hay gorriones!
Jamás se ha visto, y ya es portento,
pardal alguno por el convento.

                    III

Cuenta la historia que el buen hermano,
santo Melquiades, rosario en mano,
fardel al hombro, volvía un día
de la limosna. Trigo traía.

Cuando llegaba casi al convento
por la vereda ya, tan contento,
le rompió el saco y quiso el cielo
que todo el trigo cayera al suelo.

Una bandada, _¡voraz tropel!_
de gorrioncillos dio cuenta de él.
No quedó un grano por el sendero
y Fray Melquiades, el limosnero,

mirando al cielo, sencillo y grave,
dijo a la tropa de aquellas aves:
_”
Porque comisteis todo mi trigo,
aves hermanas, yo no os maldigo.

Ancho es el cielo y el horizonte,
dejad la casa, dejad el monte,
y así, en el nombre de Dios, bribones,
no volváis nunca jamás, gorriones…
”.

El capuchino, triste, calló
y la bandada se dispersó.
Cuentan archivos conventuales
que desde entonces ya no hay pardales.

Y cuando al alba cantan las aves
falta al conjunto las notas graves,
pues al variado, lindo concierto
no van gorriones… ¡Y esto es lo cierto!

Fermín de Mieza

Relato publicado en el libro "ENCENDIDA BELLEZA", editado en diciembre de 1984.

Puede verse una imagen de Fray Melquiades en la sección "Villapuneses" y más información sobre este fraile en otra entrada de este blog.

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