"Crónicas de un pueblo palentino"

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viernes, 12 de marzo de 2010

Castilla llora

12 de Marzo de 2010. Amaneció un día gris y frío en el corazón de la meseta, preludio de la despedida al gran Miguel Delibes. Se ha ido como vivió, con discreción y rectitud, como corresponde a un castellano de pro. Nos ha dejado el que probablemente haya sido el mejor escritor en nuestro idioma de la segunda mitad del siglo XX. Castilla llora. Nadie como él supo describir la Castilla rural, sus gentes, su forma de hablar, sus costumbres. Pero, por contraste, también describió el ambiente de las pequeñas ciudades castellanas, desde su inolvidable primera novela, “La sombra del ciprés es alargada” ambientada en Ávila, hasta la última, “El hereje” que se desarrolla en las calles de Valladolid y que cerró el círculo de su obra. Personajes también inolvidables y que hoy también le lloran: Daniel el Mochuelo, el Señor Cayo, el Nini, Paco el Bajo, Pacífico Pérez y tantos otros, en algunos de los cuales nos identificamos los que somos de pueblo o identificamos a alguien cercano. Castilla llora y lo seguirá haciendo por mucho tiempo porque esa cultura rural que él también supo transmitir está a punto de desaparecer, si es que no lo ha hecho ya, vencida por la lacra de la emigración, la falta de perspectivas, la tecnificación de la agricultura y ganadería y la globalización de las costumbres y el modo de vida. Se nos ha ido el notario de esa realidad y el testigo de los tiempos. Periodista, escritor, cazador, pescador, y a pesar de ello ecologista, deportista, humanista, académico de la lengua…y otros tantos oficios, pero ante todo Delibes era, es y será un Castellano universal, un autor comprometido con sus gentes y con su tierra. Y a pesar de todo, un hombre sencillo, humilde y cercano. Tuve ocasión de tener un breve contacto epistolar con él en 2007 cuando realicé el trabajo sobre los “nombres de las aves en Villapún”, del que le envié una copia, más que nada porque sabía que le interesaría ya que él había trabajado el tema de los nombres vernáculos como miembro de la Real Academia de la Lengua Española. Hace años intentó introducirlos en el DRAE, con escaso éxito, según me contó su hijo por las reticencias de otros académicos. Mi sorpresa fue que Miguel Delibes me contestó muy amablemente e incluso me hizo algunas sugerencias y aportaciones propias. Nunca lo olvidaré. 
Y qué decir de su amplia obra literaria, en todos sus libros se encuentran historias únicas y personajes con vida propia, todo ello descrito en un castellano nítido y a la vez riquísimo, con palabras y expresiones auténticas del lenguaje de nuestros pueblos. De sus novelas, aunque todas son recomendables, quisiera destacar una: “El Camino”, obra de fácil lectura y que debiera ser texto obligatorio en todos los centros escolares. Muchos de los que hemos vivido en un pueblo nos vemos reflejados en alguno de los personajes y en la historia que se cuenta. Si no lo habéis leído hacedlo, es el mejor homenaje que puede hacerse a su autor.
 
“Las calles, la plaza y los edificios no hacían un pueblo, ni tan siquiera le daban fisonomía. A un pueblo le hacían sus hombres y su historia. Y Daniel el Mochuelo sabía que por aquellas calles cubiertas de pastosas boñigas y por las casas que las flanqueaban pasaron hombres honorables, que hoy eran sombras, pero que dieron al pueblo y al valle un sentido, una armonía, unas costumbres, un ritmo, un modo propio y peculiar de vivir”
                         

                          Miguel Delibes, "El Camino"

Castilla llora, pero la obra y los personajes delibeanos se quedan con nosotros, perdurarán en el tiempo como testigos de esa Castilla rural que ya no es. Descanse en paz.


Roberto Rodríguez Martínez