Algunos habréis visto que durante este mes de agosto hemos estado por Villapún recabando opiniones sobre el cambio de nombres para las tres calles designadas con letras del abecedario y las dos plazas del pueblo. Pues bien, la propuesta ha sido acogida con gran interés y entusiasmo por parte de la mayoría de vecinos de Villapún con los que nos hemos encontrado y que nos han dedicado unos minutos para participar en la misma. Es más, muchos nos han felicitado y animado para que la iniciativa salga adelante, lo cual es de agradecer y nos motiva para seguir con el proyecto.
Es de destacar el alto índice de participación tanto por parte de los villapuneses residentes como de los veraneantes. Sin embargo, ha habido uno que hasta ahora se nos ha resistido a dar su opinión por más que le hemos insistido para que participe. Y cada vez que nos encontramos con él, la misma cantinela:
Es de destacar el alto índice de participación tanto por parte de los villapuneses residentes como de los veraneantes. Sin embargo, ha habido uno que hasta ahora se nos ha resistido a dar su opinión por más que le hemos insistido para que participe. Y cada vez que nos encontramos con él, la misma cantinela:
-“Aníbal, ¿ya sabes lo que vas a votar?.”
-“A mí no me preguntes nada de eso, yo no voto nunca.”
-Pero si no tienes que votar, sólo decir que nombre te gusta más para la calle de la A.”
-“Que yo no trabajo en eso, lo que queráis.”
Y a uno le parece estar viviendo la historia relatada por Miguel Delibes en la novela “El disputado voto del señor Cayo”, en la cual dos militantes de signo político contrario coinciden durante la campaña electoral de unas elecciones en un pequeño pueblo castellano en el que sólo quedan dos habitantes (y están reñidos), de manera que se produce una intensa pugna por parte de los dos políticos para decantar el voto del señor Cayo hacia uno u otro bando. Pero el señor Cayo, interesado en asuntos menos prosaicos, no da su brazo a torcer.
De manera parecida abordamos a Aníbal, intentando tocar su fibra sensible:
-“Pero, ¿no prefieres que la calle de la A se llame mejor de Oncastellana, de la Mata Montera o Escuelas Viejas?”.
-“Y qué más me da, si yo voy a andar igual por ella…”
Bien pensado, no le falta nada de razón y la respuesta nos recuerda el pragmatismo del señor Cayo.
Y a lo más que hemos podido llegar después de mucho insistir es a un compromiso nada despreciable, dadas las circunstancias.
-“Bueno, pues si después de que voten todos hay empate a veintidos, pues entonces ya me preguntáis a mí.”
Así que, si al final en la encuesta tenemos empate técnico ya sabéis quién decidirá el resultado final.